Nidos de nudos


Notaba su respiración en la nuca, todavía algo acelerada. Esos casi silencios eran mis favoritos.
"Amo todas y cada una de las plumas de tus alas", me susurraba, mientras me llenaba de besos los omóplatos. "Sabes volar, y por eso te quiero"
Yo sonreía, con los ojos cerrados. No respondía más que una mezcla entre suspiro y carcajada y sólo podía pensar en lo bonitas que pueden llegar a ser las personas a veces.
"De verdad, es que me encantan"
Las acariciaba con el dorso de la mano durante horas, a penas sin parpadear. Las pellizcaba con los labios, las peinaba con los dedos.
"Ojalá fueran mías"
Y los ojos se me abrieron de golpe y la cama estaba llena de sangre. Y había plumas. Y más plumas. Estaban por todas partes. Olía a metal y a óxido y yo me largué antes de que él pudiera tragar saliva.
No lo entiendes. Estas alas nunca podrán ser tuyas. Simplemente porque son mías. No quiero palabras huecas ni letras de humo, ni grilletes de oro, ni que me regalen preciosas jaulas de hierro forjado. Quiero volar. Y estrellarme. y luego volver a volar y volver a caerme y aprender de todo. Quiero llorar porque no puedo más y luego reírme de mí misma porque soy una imbécil. Descubrir el mundo, y los mundos de las personas. Compartir y compartirme. Estar el tiempo justo que me apetezca estar y ni un minuto más.
No lo entiendes. Ni me entiendes. Claro que no. Ni podrás hacerlo nunca. Porque tú no tienes alas, y por eso quieres las mías.
Pero me meto en el mar a quitarme la sangre y me voy. A seguir buscando momentos en los que piense en lo bonita que puede llegar a ser la vida y las personas a veces.
Porque yo sí que me quiero. Aunque a veces no sepa.
Y me quiero libre. Aunque a veces pierda sangre.
Me parece un precio justo a pagar.

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