El vértigo de la libertad y la tormenta de cálamos


Y cómo empiezo
Diciendo
Que no sé cómo dejar de cabarme tumbas
Que se me gastan ya los suspiros
Los nudillos
Que no paro de tragar cadenas de mercurio y plomo
Y ya ni siquiera sé si pesan

Que necesito otra jaula más grande
Otro cielo
Otra galaxia
Que el batir de estas alas arrasa con ciudades
Dejando sólo ecos de portazos y miradas de desprecio
Y yo, que no paro de tiritar
En este círculo turbio de frío y mierda

Pensando
Que no sé cómo hacerlo
Porque estas alas
Estas alas inquietas
Que retorcí y retoceré mil veces intentando arrancarlas
Apretando los párpados con fuerza
Escuchando cada hueso quebrarse
Estas mismas alas
Siempre vuelven
Siempre curan
Siempre vuelan

Y son mías
Tan mías como el éxtasis de los despegues
Como el frío desgarro de pisar tierra firme de nuevo
Del silencio que queda después
Después del todo
Justo antes de la nada

Porque siento, escucho
Que no sé cómo dejar de hacerlo
Y te digo
Que tengo mil gaviotas hambrientas bajo el hueso occipital
Que cada una grita más que la otra
Que ninguna come
Que ninguna duerme
Que ninguna muere

Y secundo, sin problema
Que digas temblando que soy impredecible
Que soy tan cristalina como turbia
Que despierto tanta curiosidad como terror
Que cuesta ver a través de estos ojos verdes, marrones y amarillos
Entre huracanes de fuego, plumas, ladrillos y sangre
Que no sepas si a veces beso o muerdo
Si acaricio o desgarro
Si río o lloro
Si río o mar

Porque yo sé
Claro que sé de eso

Y créeme, cuando te digo
Que esta torre no se hizo sola
Que necesito tanto aire como cianuro
Que soy mi peor enemiga
Y la que más me quiere de todas

SIGA LEYENDO